¿Qué diferencias hay entre las acciones ordinarias y las preferentes?
Las acciones son los títulos que representan cada porción del capital social de una empresa: es decir, la suma del dinero y de otros bienes y derechos patrimoniales que pueden ser valorados en términos económicos y que los socios aportan a una sociedad mercantil, bien al
constituirla, o bien en un momento posterior.
Así pues, las acciones son pedacitos iguales en los que se reparte ese pastel. Cada acción representa un porcentaje idéntico de ese capital social. Pero, aunque sean iguales en porcentaje, no todas las acciones otorgan los mismos derechos a quien las posee.
Estos derechos son económicos, como el de participar en el reparto de dividendos y el patrimonio resultante de la liquidación, o el de tener prioridad ante la emisión de nuevas acciones u obligaciones convertibles en acciones por parte de la empresa.
Otros derechos que confieren las acciones se denominan políticos, como el derecho de asistencia y voto en las juntas generales, el derecho de impugnar los acuerdos sociales y el derecho de información.
A grandes rasgos, los dos tipos de acciones que conviven en los mercados financieros y reparten estos derechos son:
• Las acciones ordinarias: aquellas que constituyen elementos de patrimonio propio. Reciben los dividendos que asigne la junta general de accionistas en cada momento, pero no gozan de un derecho especial de reembolso.
• Las acciones preferentes: confieren a quienes las poseen ciertos privilegios respecto a las ordinarias. Por eso, suelen llamarse también acciones privilegiadas. Entre estos figuran, por ejemplo, la preferencia sobre las acciones ordinarias a la hora de recibir la cuota de liquidación correspondiente.
Otra de sus ventajas es la prioridad en la distribución de activos en caso de liquidación de la empresa, lo que confiere a los accionistas que las poseen más opciones de recuperar su inversión en caso de quiebra de la misma.
Esto no significa que las acciones preferentes tengan que ser necesariamente mejores a las ordinarias. Si bien parecen gozar de ventajas en términos económicos, quienes las poseen no disfrutan de los derechos políticos de los que gozan los accionistas ordinarios. Estos derechos son la asistencia a juntas de accionistas, el derecho a voto en las juntas generales y el de impugnar los acuerdos sociales.
Asimismo, los accionistas preferentes no suelen participar en las decisiones corporativas de la empresa, como la elección de la junta directiva.
En esencia, las acciones preferentes representarían una combinación de las características de las acciones ordinarias y de los bonos. Primero, porque proporcionan a los inversores la oportunidad de participar en el crecimiento de la empresa a través de dividendos preferentes.
En segundo lugar, porque ofrecen la relativa estabilidad y seguridad que otorgan los bonos, dada la prioridad que estos tienen en el pago de dividendos y en la distribución de activos en caso de liquidación.
Por esto, las acciones preferentes son vistas en el mercado financiero como una atractiva alternativa para aquellos inversores que deseen añadir a su cartera de valores productos cuyo rendimiento apunte a una protección mayor frente a la volatilidad del mercado.