Tanto el IPC como la inflación son indicadores de precios. La diferencia entre ambos se debe a la cantidad de productos que cada índice toma en consideración para medir los incrementos en los precios. Mientras que el IPC recoge una muestra representativa de diversos bienes y servicios que utilizamos habitualmente en nuestros hogares para subsistir (alimentación, textil, transportes, carburantes…), con el fin de evaluar el impacto que la subida de los precios tiene en el coste de vida; la inflación es el cálculo pormenorizado de todos los precios de bienes y servicios de un territorio durante un tiempo determinado.
Tu sueldo, el precio del alquiler, los impuestos que pagas, las pensiones… Todo depende del índice de precios de consumo. Por lo tanto, has de tener muy en cuenta las variaciones del IPC a la hora de tomar decisiones relacionadas con la economía. Este indicador, de hecho, te servirá para calcular en qué condiciones se encuentra tu capacidad adquisitiva. Has de valorar que, si suben los precios, podrás comprar menos bienes y servicios con tu salario. Por consiguiente, aunque ganes lo mismo, estás perdiendo poder adquisitivo.
La inflación es un elemento frecuentemente obviado en el ahorro y la planificación financiera, cuando en realidad tiene una importante repercusión en la consecución de nuestros objetivos financieros, especialmente en el largo plazo. Es importante tener en cuenta que los niveles actuales de inflación son anormales (los bancos centrales están llevando a cabo políticas monetarias muy agresivas para intentar doblegarlos) y lastran los resultados de nuestro ahorro: batir a la inflación es un objetivo fundamental especialmente para conseguir nuestras metas futuras.
Ante los niveles actuales de precios, tendremos que ser más activos en la gestión de nuestro ahorro para evitar empobrecernos, diversificando según nuestro perfil de inversión y de la mano de profesionales que nos asesoren a la hora de planificar y tomar decisiones de inversión apropiadas a nuestras necesidades.
La inactividad del ahorro no debería ser una opción. En objetivos de ahorro a largo plazo bien planificados,la inflación puede llegar a batirse con holgura, pues durante buena parte del tiempo podremos asumir ciertos riesgos para conseguir rentabilidades adicionales que llevarán a una rentabilidad media notablemente superior a la inflación.En objetivos de ahorro a más corto plazo tendremos que ser cautos. Batir la inflación siempre debe ser un fin,pero en ningún caso se deberán correr riesgos innecesarios que pongan en peligro su consecución.