Es momento de hacer balance y poner la mirada en 2024.

Seis consejos para construir o reconstruir tu cartera.

Encaminamos la recta final del año… es tiempo de hacer balance y poner, sobre todo, la mirada en el próximo Año Nuevo y en las oportunidades que nos traerá en el mundo de la inversión.

Acaba 2023 un año de transición marcado por la inflación y las subidas de tipos de interés por parte de los Bancos Centrales, en su afán de aplacarla. Toca evaluar cómo tienen que construirse o recomponerse las carteras. El cómo y el por qué, te lo explicamos detalladamente en nuestro Informe de Perspectivas de  Mercado 2024, titulado ‘Extendiendo el horizonte de inversión’.

No obstante, te resumimos en seis consejos, las oportunidades de inversión que podemos tener en cuenta para encarar este 2024:

1. Plazos más largos: en la jerga financiera se llama extender la duración delas carteras. Consiste en invertir más en bonos de largo plazo, con vencimientos a cinco, seis u ocho años, en lugar de los que han predominado hasta ahora, que tenían duraciones más cortas de, entorno, a dos años. De cara a poder aprovechar las posibles bajadas de tipos de interés, el consenso de mercado espera que en el primer semestre ya empiece a reducirse el precio del dinero entre 50 y 100 puntos básicos, tenemos que poner la mirada más a largo plazo. Y es que cuando bajan los tipos de interés, se revalorizan las carteras de bonos cuyo tipo de interés es mayor que el de mercado en ese momento. Este efecto se aprecia mucho más cuanto más largas sean las duraciones.

2. Bonos corporativos: La parte más evidente para apostar por la renta fija son las emisiones de bonos corporativos de alta calidad crediticia. El entorno macroeconómico se muestra interesante para este tipo de activos. Si la economía se desacelera, pero no entra en recesión, y va habiendo una bajada de tipos de interés, la inversión en deuda empresarial de buena calidad ofrece un binomio de rentabilidad-riesgo muy atractiva.

3. Diversificar bonos: Podría ser una buena opción ir incluyendo otro tipo de activos de renta fija para diversificar más las carteras. Desde bonos emitidos por economías emergentes hasta emisiones de empresas sin la máxima calificación crediticia, o titulizaciones. Siempre siendo cautos y yendo de la mano de profesionales.

4. Coberturas de Bolsa: Puede haber algunas estrategias interesantes en el activo dados los niveles actuales de volatilidad lo que puede permitir contratar algunas coberturas y opciones que contribuyan a amortiguar posibles caídas en la renta variable. Con todo, no vemos que haya un exceso de valoración en los mercados bursátiles, salvo en algunas compañías muy concretas.

5. Capital riesgo: Para los inversores más sofisticados, los activos alternativos a la Bolsa y los bonos podrían ser otra oportunidad de inversión a tener en cuenta. Cada vez hay más fondos de capital riesgo que invierten en compañías no cotizadas, en proyectos de renovables o en deuda privada donde la prima de iliquidez que comporta el invertir en este tipo de activos pueden ayudar a revalorizar nuestra inversión.

6. Megatendencias: Tomar posiciones en temáticas de transición energética, digital y comercial, con el objetivo de generar retornos diferenciales en el largo plazo. Dentro de estas temáticas, cabe destacar áreas como el reto de la descarbonización, la inteligencia artificial generativa, así como el impulso a la productividad global.

Por último, queremos destacar que la renta variable incrementa su atractivo en la medida que se despejen las dudas del ajuste cíclico de los beneficios.

En el escenario macroeconómico central que manejamos para 2024 el crecimiento económico seguirá siendo positivo (pero más limitado y sin caer en una recesión global), la inflación se modera (pero se mantiene elevada) y los tipos de interés empiezan a bajar (de forma paulatina).

Los bancos centrales a nivel global (con excepciones como Japón y China) han llevado los tipos de interés a niveles muy restrictivos que deberían bastar para moderar las tensiones inflacionistas. Este cambio en el sesgo de la política monetaria está siendo posible gracias a la confirmación de que están remitiendo las presiones inflacionistas.