Indicadores de rentabilidad financiera: ROA, ROE y ROI
Para tomar las mejores decisiones en materia financiera es importante que contemos con la información necesaria y realicemos un estudio previo que nos permita saber cuál es la situación de la empresa en la que estamos interesados en invertir. Una de las primeras preguntas que nos vendrá a la cabeza es: ¿qué rentabilidad nos ofrece?
En este sentido, es fundamental conocer los distintos instrumentos que nos proporcionarán información sobre la gestión de recursos, la eficiencia de la empresa o una inversión específica, entre otras. En este #AprendeConSAM, nos centraremos en tres métricas financieras que nos serán de gran ayuda a la hora de evaluar la rentabilidad de una empresa:
El ROE (Return on Equity, por sus siglas en inglés) es el indicador más extendido de los tres y lo utilizamos para calcular el nivel de rentabilidad de una compañía, relacionando el beneficio neto con los recursos de la empresa (fondos propios) para determinar si esta es capaz de generar beneficios a sus inversores.
En esta línea, cuanto mayor sea el ROE, más positiva será la situación de la empresa y mayor probabilidad existirá de obtener beneficios. La fórmula para calcularlo es muy sencilla:
ROE = Beneficio neto / fondos propios medios × 100
También podemos utilizar el ROE para comparar a una empresa con su competencia, si bien hay que tener en cuenta que deben ser del mismo sector para realizar un análisis adecuado.
El ROA (Return on Assets, por sus siglas en inglés) es el retorno que una empresa obtiene por las inversiones hechas, midiendo la rentabilidad de los activos de una empresa, teniendo en cuenta el beneficio neto, generado antes de impuestos y gastos financieros, y los activos totales, por ejemplo, los inmuebles. Se calcula de la siguiente forma:
ROA = Beneficio neto / Activos totales × 100
Es habitual que el ROA varíe según la actividad económica y el mercado, pero nos ofrece una visión general de la gestión eficaz de los activos, es decir, si se ha seguido una estrategia adecuada durante el periodo analizado, en el caso de un ROA positivo y constante, o si se deben implementar otras acciones para realizar una gestión más eficiente de los recursos.
Por último, el ROI (Return on Investment, por sus siglas en inglés) es un indicador que utilizamos para conocer el rendimiento de una inversión en relación con el capital aportado y los beneficios obtenidos. Para cualquier empresa, contar con altos niveles de ROI será señal de que sus activos generan un buen rendimiento. Para calcularlo, utilizamos la siguiente fórmula:
ROI = [(ingresos – costes) / costes] x 100
El ROI, además, nos ofrece información sobre qué inversiones podrían ser acertadas y cuáles hay que revisar para que contribuyan a conseguir una mayor rentabilidad.