¿En qué consiste el riesgo en inversiones?

Cuando decidimos invertir en un activo financiero, lo hacemos con la expectativa de obtener beneficios. Sin embargo, existe la posibilidad de que la rentabilidad no sea la esperada, pudiendo conllevar pérdidas. A este fenómeno se le conoce como riesgo. Se trata de la incertidumbre inherente a cualquier inversión. Para operar adecuadamente en el mercado financiero, es esencial que el inversor tenga conocimiento del nivel de riesgo que está dispuesto a asumir. La aversión al riesgo se puede determinar a través de dos factores clave: la capacidad para tolerar posibles pérdidas y el nivel
de conocimiento. También es necesario valorar la predisposición psicológica para lidiar con la incertidumbre que conlleva cualquier inversión. Conocer estos aspectos es fundamental para seleccionar los instrumentos financieros que más se ajustan a nuestro perfil inversor.

De esta manera, un inversor arriesgado optará por exponerse a la volatilidad del mercado, por ejemplo, invirtiendo en acciones bursátiles, divisas o derivados, mientras que un inversor con alta aversión al riesgo buscará otras opciones más conservadoras, como bonos o letras del tesoro. Por otro lado, se pueden encontrar inversores de riesgo medio, que tratan de aumentar la rentabilidad de sus ahorros sin incurrir en inversiones de alto riesgo, un ejemplo de ello son los bienes inmuebles.

Identificar y gestionar los riesgos que se presentan es importante para minimizar las pérdidas y aumentar los beneficios. Los tipos de riesgo más comunes son:
• Riesgo de crédito: sucede cuando una entidad emisora de un valor incumple con sus obligaciones de pago en la fecha de vencimiento acordada.
• Riesgo de liquidez: ocurre cuando una entidad no cumple con sus pagos como consecuencia de no poder convertir sus activos en liquidez sin sufrir pérdidas significativas.
• Riesgo de mercado: está relacionado con los factores que determinan el precio de un valor y cómo estos se ven afectados por el ambiente macroeconómico. Los factores que lo
determinan son:

  • Riesgo de divisa o de tipo de cambio: se produce cuando el valor de la inversión está sometido a las variaciones de cambio de una moneda a otra.
  • Riesgo de tipo de interés: son las fluctuaciones en los tipos de interés que afectan, principalmente, a los activos de renta fija.
  • Riesgo sistemático o de mercado: se trata de los factores externos que afectan de manera directa al mercado de valores, tales como las noticias de índole política, los desastres naturales o la inflación.

• Riesgo operativo o de procedimiento: ocurre como consecuencia de un fallo en sus procesos internos, sistemas o personal, impidiendo la transmisión y ejecución de instrucciones de compra o venta de valores.
• Riesgo de sostenibilidad o ASG: se trata de cualquier impacto en el valor de la inversión producido por un acontecimiento de carácter Ambiental, Social o de Gobernanza. Además de los riesgos mencionados, se debe tener en cuenta que existen otros factores que pueden afectar a las inversiones. Lo más recomendable es realizar un análisis continuo de nuestros activos y su comportamiento en el mercado, y contar con la ayuda de expertos en la materia que se encarguen de adaptar la estrategia de inversión a los acontecimientos que se producen en el entorno y a nuestro perfil.